No buscas nada serio con nadie, tú lo sabes, ella lo entiende y todo el mundo parece celebrarlo, pero un día, no sabes ni como, estas cenando en su casa con sus padres en una mesa con más miradas y cruces de piernas erróneos de los que te gustaría.

Era un momento incomodo, ambos solo queríamos un polvo…

¿Qué demonios hacíamos allí? ¡Dime que ahora es cuando despertamos!

Antes de que puedas atar cabos y responder la pregunta, una mirada inquisidora del rey del castillo se clava en tu nuca, devolviendo tu atención a la mesa, donde de un vistazo general a los comensales te recorre una falsa sensación de alivio al darte cuenta que no eres el único que esta incomodo, rápidamente tu calma fingida es cortada por el hielo que brota de los ojos de la reina que te examina el alma, o al menos lo intenta, a ver si encuentra alguna motivación extra para escupir el veneno que tiene guardado detrás de ese iceberg que tiene donde tiempo atrás estaría ubicado su corazón; obviamente, me atrevo a pensar que solo quieren proteger a su princesa del extenso catálogo de idiotas que viajan por sus dominios.

Ella, al ver igual de atónita que yo el dantesco espectáculo medieval, acaba aterrizando con cierta incredulidad su mano encima de mi muslo, no sé si para buscar la complicidad que no encontraba en esa mesa, para calmarme a mi o para tranquilizarnos a ambos.

La única persona de la mesa que pasó desapercibida, me atrevería a decir que por todos, fue Carmina, que observaba desde detrás de un muro de pastillas contra veinte dolencias distintas que ella misma estaba construyendo, mientras dibuja una encantadora y a mi parecer estratégica sonrisa como si algún tipo de plan estuviera saliendo según el designio de vete tú a saber que deidad.

Y empezó el asedio…los tiranos monarcas iniciaron el despiadado interrogatorio…Trabajo, aspiraciones, miedos, deportes, equipo, no había tema que no querían saber, hasta que el vino hizo su efecto y pude tomar el descanso al primer round escapándome a la frío retrete, lugar donde todo humano suele pensar o mirar el móvil. Opté por lo primero.

Ah! Esos seres tan increíbles que son los padres, dándoles a sus descendientes varones la libertad de meter la polla donde les de la real gana, ganándose fama, gloria y palmaditas en la espalda y a las hijas las protegen con esas bragas de castidad perdiendo a propósito la llave en el mar más profundo, que vacío sigue estando el hombre pese a vanagloriarse continuamente de lo avanzado que esta el ser humano. Supongo que por eso me gustan tanto las mujeres, nos llevan años de ventaja.

¡Perdona no sabía que estabas ahí dentro hijo! Esperare fuera. –dijo la abuela Carmina mientras interrumpió mis pensamientos sentado en el trono de Winterfell (estaba realmente frio ese lavabo, lo prometo).

Al salir, reparé realmente en el rostro y la expresividad de Carmina fuera del campo de batalla que era la mesa, era la típica anciana achuchable que ves en las películas de Disney, me recordaba a Coco, no transmitía maldad alguna, tenía una mirada cálida y sabia, cosa que confirmé años más tarde, esa mujer atesoraba tantos años como conocimiento y un cariño desmesurado por la cosas simples de la vida, pero por extraño que parezca a nadie más que a su nieta parecía importarle ese tesoro que se escondía en esa desestructurada familia.

¿Es seguro entrar ahí hijo? –me dijo mirándome con el semblante más serio que había visto ese día y en esa mesa.

¡Huya Carmina! Sálvese usted…cof…cof…ahí dentro está todo perdido… –le conteste apoyándome en su hombro suavemente y mirándola todo lo serio que pude buscando el premio a mejor actuación de la noche.

Aguantándonos la mirada lo máximo que pudimos, la dulce anciana y un servidor explotamos de risa a carcajada limpia, tanto que vinieron algunos comensales a ver quién había roto con risas el tenso ambiente que habían creado con tanto tesón y trabajo los reyes del castillo, al llegar nos vieron ahí de pie, disfrutando de un pedacito de la abstracta locura compartida con la anciana.

La cena prosiguió, pero el ambiente dio un giro radical gracias a esa adorable señora, por lo que explicaron la risa de Carmina fue el motivo de peso que necesitaban para aparcar todo el veneno que les estaba comiendo las entrañas a un lado, ya que su hija, la reina de la corte, hacía años que no escuchaba a su madre reírse tanto y de esa manera, ya que no tengo palabras para describir su cara cuando la vio reírse así; pero si puedo afirmar que eso le derritió un poco el iceberg que ella misma se fue construyendo para protegerse no se de bien que…y me alegre por ella.

La noche desenfrenada llamaba a la puerta de las ganas de la princesa del castillo y del loco caballero aquí presente, así lo confirmo cuando mis ojos se cruzaron con los suyos mientras sostenía su chaquetón de marca “ni idea” pero parecía caro a la par que calentito, era la hora de proseguir nuestra aventura fuera de palacio, me despedí de toda la corte, en especial de Carmina, que siempre recordare con cariño las palabras que me dedico al oído mientras me daba uno de sus abrazos.

“Que pena que no entiendan todavía la oportunidad que tienen, fue un gusto conocerte hijo.”

Tarde bastante tiempo en entender el significado y motivo de sus palabras, pero un brindis por tu paciencia y dos por tu infinita sabiduría Doña Carmina.

ByJG


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