Un dulce error
Todos cometemos errores, si no que clase de personas seriamos, daríamos puro asco siendo tan perfectos, creo que la belleza de las cosas está en saber sacar partido de las pequeñas imperfecciones que llenan nuestro camino y si tienes suerte te puedes llevar una lección que te hará más fuerte, más experimentado o al menos una buena sacudida en la cara para que espabiles.
A mí me lleva la pasión, en todo, es uno de mis mayores problemas, me muevo con ella y es tan poderosa como efímera, puedo conquistar el mundo en cinco minutos y destruirlo en dos por aburrimiento y ese es mi problema. El fuego no sabe quedarse quieto.
Porque cojones os estoy contando todo esto estaréis pensando, porque hoy voy a contaros uno de mis mayores errores, empezar una relación con una chica de diez años menor que yo hace bastante tiempo. ¿Qué? Ya os lo dije, si nadie os odia, es que algo estáis haciendo mal y si tenéis razón, además es todo culpa mía (todo, la multa que te pusieron este mes, terremotos y el reggaetón, sobre todo este último) ¿Pero no queréis saber por qué?
Empieza igual que cualquier historia, chico conoce chica, un abrazo lleva a un beso, un beso a una cama sin nombre y tarde o temprano uno de los dos saca la pregunta, disfrazada de las palabras mejor escritas del mundo o de la sutileza y gracia de una princesa el primer día que sale del castillo, puedes maquillarla de lo que quieras, pero sigue siendo la necesidad de saber si esto va a alguna parte. En mi caso fue ella la que puso la pregunta encima de la mesa, empezando el dilema moral.
Sabes que no debes morder esa manzana, porque para ti, esperas que sea tu ultimo todo, pero para ella eres su primer hombre en mayúsculas y ese estado mental pasajero donde todo es perfecto envenena hasta el más pequeño de tus recovecos para nublar la razón que te dice que no te metas ahí, nadie ama con más pasión que las recién llegadas al mundo exterior, sin coraza, con la ilusión y el amor intactos, su camino hasta ese instante habrá sido más fácil o más difícil, pero nunca ha salido con alguien que la trate como una persona y eso es algo nuevo para ella, a la que jamás le han roto el corazón de verdad quiere que te entregues a ella, tú, que tienes algo más de experiencia y algunas cicatrices como credenciales, sabes que no debes.
Pero negocie con el corazón una alianza, juntos conseguimos que la cabeza se callara y me lance sin miedo al pozo de mi egoísmo, al fin y al cabo nunca lo sabré si no lo pruebo (me digo entre otras excusas), aunque vaya en contra de todos los pocos principios que me quedaban, empezaron tres meses felices, creí que eso era tan real, que de alguna manera no lo habíamos fingido, improvisábamos la vida de tal manera que cualquier lugar era nuestra cama y cualquier palabra era excusa para juntar nuestros labios, andábamos por donde la gente no se atrevía y recorrimos tanto camino en tan poco tiempo que desplegamos nuestras alas y el mundo se nos hacía pequeño.
Puedes tener tantas cosas claras sobre algo que tienes, sobre algo que crees que es tuyo para siempre, las palabras alimentaran siempre eso que quieres mantener pegado a ti y las escribes fuertemente en la piedra para que no se borren, pero al final los hechos acaban golpeando la roca donde estaban escritas y de todas esas florituras que adornan los versos se borran y solo queda la verdad que te empeñabas en disfrazar.
Después de eso, estás tú, con tu verdad recién descubierta y sin saber qué hacer con ella, como cobardes y locos que somos todos lo primero es echarle la culpa a otro, pero no ves nadie más allá, podemos echarle la culpa a tal Dios, no se queja, no contesta, pero sí que escucha dicen, te recompones por un momento. ¿Pero cuánto puedes aguantar hablando con alguien que no contesta?
Mientras esas palabras te siguen aguantando la mirada, te retan a escucharte, pero no quieres oírte, solo quieres encontrar una explicación en la cual todo esto tenga sentido, entonces llegas a la conclusión de que es tu error y que siempre va a estar escrito allí y si alguna vez consigues enterrarlo, el mundo se encargará de recordártelo.
Cometí un error, mentirme a mi mismo para pensar que sin apenas conocerla que era la mujer de vida, que me encantaba todo de ella, cometí el error tan grande de creer que era quien yo quería que fuera y lo peor de todo es que ella no fue la única engañada, yo también me creí mis mentiras. Competía contra mi yo del día anterior pero no por mi mejora personal, sino por ella, por miedo a perder algo que nunca fue nuestro.
Ella también tenía miedo a perderme, jamas sabré si fue por su decisión o por que tropezó en el precipicio de sus miedos, pero prefirió perderse en sí misma y yo allí no podía llegar, estaba harto de esperar a las puertas de su alma que volviera esa niña loca que me hizo desafiar mis principios. Así que me fui.
No le guardo ningún rencor la verdad, ni jamás le desearé ningún mal, creo que ninguno de los dos nos lo guardamos me gustaría creer, yo en cierto modo debería darle las gracias, aprendí que lo importante no es lo que a uno le pasa, si no lo que hace uno mismo con lo que le pasa, aprendí que puedo querer mucho, pero que más me quiero a mí, ya que sin mí no puedo querer a nadie.
ByJG
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